No vas a decir que no sabías lo que estabas haciendo.
Que no eras consciente de lo que ibas pretendiendo, ni vas a decir que no tenias el conocimiento de que algo podía salir mal.
No vas a bajar la mirada y a desconocer tu rumbo, cuando caminaste muy segura de ti misma en un principio. No vas a dejar que te consuma la incertidumbre, ni los soliloquios, ni la falsa imagen de las cosas, pues sabes desde siempre que todo tiene un precio y dependiendo de la profundidad del pozo, variará el sonido de la piedra al llegar al fondo.
Si bien tu corazon es una maquina en manuscrito, no haces bien al desperdigar el sacramento infinito de tu inmensidad.
Lo sabias desde un principio, no me digas que no.
Por eso, no vas a dejar que los fantasmas te consuman la cabeza, de nuevo.
Que las telarañas prevalezcan sobre el timo de tu osadía.
Oh, si ya sabias que no habia manera de evitar el choque del pendulo ¿como pudiste creer que sabias evadir su influencia?
No es como si las rosas se sacudieran las espinas, como si el rio de pronto se alzara al cielo por voluntad, como si la gota de agua fluctuara de pronto en sentido contrario a su destino.
En qué creiste cuando confundiste el consentir con el prestigio.
En qué asumiste tus convicciones cuando marchaste y dijiste que todo era un crimen sin testigos.
Que no hubo consecuencias en tus prodigios.
Es por ello que no vas a huir, que no vas a mirar hacia atras a desconectarte con añoranza, ni a permitir que la nostalgia te colapse los nervios.
La melaza del arrepentimiento es una expiación, pero no vas a rezar tres padres nuestros, ni a dormitar las fiebres de tu deseo. No sirve de nada que discutas contigo, por que volverás una y otra vez al principio.
Supón que sé de lo que te hablo, que te conozco y conozco tu pasado.
Que puedes confiar en mí.
Que tambien aquí yo estoy de paso.