domingo, 16 de mayo de 2010

Gorjea puff gorjea no gorjea si no si no si gorjea.

He estado pensando. Más bien, considerando. Sí, considerando cambiar de cuaderno. Cerrar un ciclo por que ultimamente aquí apesta a estancamiento. Necesito transición. Necesito aire. Otra podredumbre. Otra peste. Otra nauseabundez. Qué se yo, otro cementerio...

jueves, 13 de mayo de 2010

Y cuando vuelves, de todos modos, yo sigo aquí.

"Vuelves a mí por que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen..." 
-Oscar Hahn-

Desapareces, una vez y otra vez y cada vez. Desapareces, te desvaneces dejandome tu cortinilla de humo, tus palabras cortas, tu recuerdo infame. La sensación de hueco, el sabor a vacío, a soledad, a distancia. Me alimentas con tus esporadicas apariciones, que son tan pocas. Que desconozco por qué no he muerto de inanición, porque tu amor no me alimenta. Nunca lo ha hecho. Y nunca son tus ojos los que me buscan a mí, los que me extrañan a mí, los que me añoran a mí, los que me necesitan a mí. Siempre son los míos, que te pertenecen a tí. Y soy yo, la que te nombra para creerte menos ausente. Y soy yo, la que se aprieta los dientes cuando te piensa. La que sopesa en silencio tu propio silencio. La que se conforma con relatar nuestra historia, que sólo es mí historia, y que me sirve como un drenaje por el que cuelo las fantasías que no compartimos ayer. Y tú, que estarás muy tranquilo en tu lugar de siempre, cruzando Ferrocarril Interoceanico a las 2:30 de la tarde, bajo el sol de mayo o la lluvia, diciendole adiós por el día a tu trabajo. Que lo desconoces todo o lo olvidas o lo niegas. Que no te puede nada. Ahí estás tu, en la fotografía que me ofrece mi memoria. Y sentada en el escalón junto a la puerta, a la izquierda del camellón, acosandote en silencio escondida entre las sombras, esperando el momento de verte pasar bajo el sol de mayo o la lluvia, ahí estoy yo. O lo que quedó de mi fantasma cuando me fuí. 

Te extraño mucho, pero eso es algo que tú desde hace tiempo ya sabes.

domingo, 9 de mayo de 2010

Sí, dos órdenes de privacidad para comer aquí, por favor.

Extraño mi privacidad y el hábito de escribir acá y en el cuaderno-diario y en la pared y en la pizarra y en las esquinas de la libreta de Estadística y en la parte de atras de los apuntes de filosofía. El hecho de no poder conseguir 10 minutos de soledad para redactar con tranquilidad sin que me estén haciendo comentarios insulsos o se me pongan frente al monitor y me pregunten ''¿que estás haciendo?'' me está por llevar a la demencia del neurotismo, si es que neurotismo aplica en el diccionario. 

Apenas ayer hace 10 horas tenia una necesidad casi de farmacodependiente de escribir unas lineas que me ayudaran a destapar el drenaje emocional. No ando maaal, no. Para nada, es más: ando muy bien. Oh really, I'm feeling like freaking fantastic. Aunque, como es la costumbre, no entiendo una chota de las cosas que pasan. Esas "cosas" que son más bien entes racionales, que yo conozco y que me mueven el tapete. Llamese Ángel, con su hábito caprichoso de aparecer y desaparecer a gusto propio en lapsos de dos a tres meses. Llámese Adrián, con nuestra historia corta y nuestro nuevo intento por no corromper (más) la amistad. Llámese L. E.(a.k.a. el chico del cine) y esa personalidad egolatra y desinteresada que me desespera tanto como me atrae inevitablemente. 

Tres factores N que cuando menos me lo espero aparecen y dan vueltas alrededor de mí cuando intento caminar.

Debo ir por Lesly en media hora para comenzar el trabajo exhaustivo de TAC I. En 25 minutos debo lavar los platos, limpiar el piso de la cocina, cambiarme, dejar este lugar -visible- para visitas y contemplar los 10 minutos que me toma llegar al metro para recojerla a mas tardar a las 11. Pero por supuesto estas cosas NO pasarían si me devolvieran mi inalienable derecho a la privacidad y así yo no tendría que levantarme temprano para aprovechar la soledad matutina invirtiendo valioso tiempo en éstas cosas, la puta madre.