domingo, 9 de mayo de 2010

Sí, dos órdenes de privacidad para comer aquí, por favor.

Extraño mi privacidad y el hábito de escribir acá y en el cuaderno-diario y en la pared y en la pizarra y en las esquinas de la libreta de Estadística y en la parte de atras de los apuntes de filosofía. El hecho de no poder conseguir 10 minutos de soledad para redactar con tranquilidad sin que me estén haciendo comentarios insulsos o se me pongan frente al monitor y me pregunten ''¿que estás haciendo?'' me está por llevar a la demencia del neurotismo, si es que neurotismo aplica en el diccionario. 

Apenas ayer hace 10 horas tenia una necesidad casi de farmacodependiente de escribir unas lineas que me ayudaran a destapar el drenaje emocional. No ando maaal, no. Para nada, es más: ando muy bien. Oh really, I'm feeling like freaking fantastic. Aunque, como es la costumbre, no entiendo una chota de las cosas que pasan. Esas "cosas" que son más bien entes racionales, que yo conozco y que me mueven el tapete. Llamese Ángel, con su hábito caprichoso de aparecer y desaparecer a gusto propio en lapsos de dos a tres meses. Llámese Adrián, con nuestra historia corta y nuestro nuevo intento por no corromper (más) la amistad. Llámese L. E.(a.k.a. el chico del cine) y esa personalidad egolatra y desinteresada que me desespera tanto como me atrae inevitablemente. 

Tres factores N que cuando menos me lo espero aparecen y dan vueltas alrededor de mí cuando intento caminar.

Debo ir por Lesly en media hora para comenzar el trabajo exhaustivo de TAC I. En 25 minutos debo lavar los platos, limpiar el piso de la cocina, cambiarme, dejar este lugar -visible- para visitas y contemplar los 10 minutos que me toma llegar al metro para recojerla a mas tardar a las 11. Pero por supuesto estas cosas NO pasarían si me devolvieran mi inalienable derecho a la privacidad y así yo no tendría que levantarme temprano para aprovechar la soledad matutina invirtiendo valioso tiempo en éstas cosas, la puta madre.

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