miércoles, 16 de julio de 2008

Tired.

No se necesitan muchas cosas para estar tranquila, ni el desorden de mi habitación ni las hormigas en mi mesa me pueden detener de ser quien soy. Me puede un libro usado nuevo para mís ojos, un programa en la televisión que se volvió más importante que tomar la siesta y eso es mucho. No me puede ya ni un recuerdo corroido de sacrilegas jornadas de sexo, ni charlas lastimosas de cada noche repetir. Se acabó y nunca me sentí tan liberada y harta de tanto recuerdo enmohecido hasta que olvidé. Y olvidé y volví a evitar dolerme. Y funcionó. Y me estoy yendo y no me importa dejar aquí inhertes las memorias que no necesito por que me dan ganas de vomitar cuando retomo. Esa es la verdad.

Una se cansa, persona numero 2. Me gustabas en las tardes de mi soledad cuando le hacias compañía a mi corazón ilusionado por que lo quisieras tomar entre tus manos, pero me parece que el sueño terminó. Y aunque antes estuve a poco de amarte fielmente, no funcionó. Cortemos estos lazos, cortemos por mí y no por tí por que a tí qué te importa lo que yo sienta y si te importa un poquito me da igual por que a mí no. No me escribas, no me busques en la bandeja de recibidos de tu celular ni en el fantasma de mi llamando por teléfono en la esquina.

Te olvido, estoy que te olvido. Por mí parte, te puedes quedar con las alas y la aureola. Me da lo mismo...

1 comentario:

capitanfla dijo...

"No me puede ya ni un recuerdo corroído de sacrílegas jornadas de sexo".



Debe ser una de las mejores frases que he leído hasta ahora.



Besos.