sábado, 29 de agosto de 2009

Creep

Ahora le pertenezco oficialmente a la escuela (otra vez) y en el semestre (trimestre) más corto de mi historia me entran paranoicos pensamientos de que me va a dar hueva y voy a bajar calificación. Como si cuando tuviera 6 me hubiera preocupado por subir a 7.

La bronca de haberte dado a conocer como una ñoña que lo sabe todo con un carácter no tan ñoño y una personalidad bastante enérgica es que entonces todos esperan que seas igual en el siguiente periodo; pero lo que pasa simplemente es que sí quiero seguir siendo la ñoña sabionda que tiene promedio de 9 y sí! demonios, sí. SE SIENTE BIEN SER MEJOR QUE LOS DEMÁS.

Ok, eso es todo...

Insisto en el tema de la ironía. No importa cuánto me queje, ni cuanto reclame, cuánto me aleje o cuánto intente evitar el tema: él siempre vuelve a los titulares de mi periódico sentimental. Es como un círculo vicioso. Él me llama, hablamos, pasa mucho tiempo, lo voy superando y de pronto, ahí está él de nuevo, otra vez. Hace su acto de aparición, se comporta como sólo él sabe, y luego su graciosa huida. Que si va a venir, que si va a viajar, que si yo, que si él. Que si el mundo...

Yo me ilusiono, me hago mis cuentos chinos, lloro en la micro imaginandome la novelezca despedida y a final de cuentas todo vuelve a estar igual. Yo en la misma pinche posición como de esposa resignada en la segunda guerra mundial. Y por ahí que me empiezo a convencer que tal vez no sea tan fácil liberarme. Ya lo de -liberarlo- está de más. Él sigue (y seguirá) sin saber una sola letra.

Yo sin conseguir olvidarlo.

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