lunes, 4 de enero de 2010

Perfume, nicotina y suavizante de telas.


¿Recuerdas? me diste tu sudadera ése día de nuestro pequeño malentendido, hacía frío afuera y yo no llevaba ningun sueter. Tu llevabas dos. Poco a poco sin querer se me quedó impregnado tu aroma en el olfato. Luego, cuando me la quité después de irte a dejar a tu casa, la colgué en el ropero a la mitad del perchero y me fuí a dormir. Volvíste cada día desde entonces hasta que no has vuelto más; mañana es lunes y sé que irás temprano a trabajar. Me dicen que ya te supere, que te deje pasar (se creen que lo pueden saber todo). Que total ni fué para tanto o que tarde que temprano ya volverás. Pero sé que no es así, por que sé como comienza todo conmigo y me da más miedo pensar que por mucho que lo intente no ''se me va a pasar''. Aunque lo intente, tengo aquí a un lado la bendita sudadera, y se me ha vuelto un vicio incontrolable acercarme a ella para no perder tu aroma en mi olfato, quizás para sentirte más cerca, quizás para no sentirte tan ausente o acaso por que soy masoquista.  Estuve pensando que tal vez ésto pueda tener algo que ver con mis sueños recurrentes en los que tu, ahora y desde entonces, apareces y desapareces a tu propio antojo seductor (no soporto que seas tan seductor, por que funciona conmigo).

Trato de evitarlo, pero soy demasiado debil para quitarla del perchero y apartarla por que, la verdad, desde entonces cada vez que entro a mi habitación me golpea en la cara la nostalgia (y ni que hubiera sucedido hace tanto tiempo) solo es que tu perfume me ha invadido hasta las sabanas. Y así te extraño menos, y luego un poquito más. 

El punto es que cómo te olvido, si tu endemoniado humor vive conmigo...