sábado, 2 de mayo de 2009

A Jesús Ángel Ramirez

Por que en éstas noches de soledad te extraño terriblemente. Te recuerdo, te necesito y te odio por no estar aquí conmigo en estas calurosas, profundas y solitarias noches de martirio en que me gusta pensar que duermes profundamente, libre de mis ecuestres muestras de cariño y preso de un sentimiento de fastidio por mi persona que te exige un tiempo que no posees ni para tí mismo y que dedicas a pesar mío tal vez a otra mujer que te roba esos besos que yo ni en mis más encarnizados sueños consigo, y que tiene la potestad y el presuntuoso derecho de tocarte por todas partes y abusar sin miramientos de esa fragilidad que yo con trabajos me atrevería a cruzar en una vida completa. Pero así pasa, Angelito, que en éstas madrugadas de mi desvelo, cuando estoy cuerda y terrestre y no me dejo arrastrar por mis trastornos psicológicos, me apego a tu imagen y te recuerdo, hetereo y tangible y casi casi te alcanzo en la lejanía, con el miedo de llegar a un punto en que mi mal viaje ya no tenga regreso...

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