[...]
Mis caminatas se han vuelto el objeto
de cada mañana que salgo a buscar
en la distancia la vela de un barco
que algún día vendrá.
Le di por nombre “la Isla del Olvido”
y entre otras cosas me puse a juntar
la variedad de formas de botellas
que abandona el mar.
Y así encontrando ya hace mucho tiempo
en una de ellas me hallé esta señal:
“sigo esperado por ti cada ocaso
en el mismo lugar”.
La nota no tenía firma ni fecha
como tampoco marcaba un lugar
e imaginé que encontraba en el mundo
otro náufrago más.
“Sin tiempo y firma y de ninguna parte
te salgo a buscar”,
decía el mensaje en la misma botella
que devolví al mar.
[...]
Sobre lo de ayer y antier quedamos de conformidad (momentanea) con lo que diga papá Tiempo. Y ya.
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