Es como clásico, yo tengo una serie de sueños en secuencia, paralelamente me suceden cosas extrañas o eventos que marcan un antes y un después, yo comienzo a atravesar una fase de reflexión-confusión-clausura emocional y el ciclo se cierra con un hecho simbólico, o con acto violento, o con una depresión obsesiva o de pronto una mañana despierto, me siento en la cama y me decido por convertirlo todo en un proceso sin relevancia, más bien para convencerme que por que en realidad lo crea así.
La cuestión de los sueños en mi caso particular y el cómo los concibo y me los explico es algo complicada porque reservo mis creencias para mí pero también comparto otras ideas que compartiré hasta que dejen de tener un sentido lógico, o dejen de compatir con mis ideas personales. Yo, desde que comencé mi formación como ente individual y critico, y pude hacerme opiniones de todo, uno de los primeros argumentos que me expropié es que el destino no existe. No como fuerza superior que rige el futuro de las personas, ni como sentencia definitiva e irrevocable en nuestra vida. Me gusta pensar que, como dice el poema, somos arquitectos de nuestro propio destino y completamente responsables de la primera y la última decisión tomada, así como de todo lo que nos pasa. Bueno, pero como debe de ser, a veces te ocurren cosas que pueden hacerte repasar tus propios principios.
Sucedió hace un par de semanas ya, yo tuve que hablarlo con la persona involucrada y posteriormente con dos personas más con las que se dio la conversación. Luego comencé con la fase de los ‘sueños curiosamente inexplicables’ y ayer viernes ocurrió el hecho simbólico.
Hace un par de años, cuando yo todavía me encontraba en Xalapa fingiendo vivir y sin ninguna idea de que iba a estudiar un tiempo después en el CoBach 3 de Iztacalco, en el turno vespertino, y evidentemente de que iba a conocer ciertas personas, como Lesly, como su novio Iván, o como Gustavo, tuve un sueño que hace precisamente un par de semanas recordé con magnifica lucidez, cual si lo hubiera tenido esa misma mañana y lo que pensé cuando desperté. Se trataba, el sueño, de mí en una habitación color salmón fácilmente iluminada por luz de sol que cruzaba a través de una ventana. Otras dos o tres mujeres mantenían una conversación conmigo, que me encontraba de pie frente a ellas respondiendo preguntas o cuestionando sobre cierto novio de una de ellas y de cierto joven que le proponía una relación a una de ellas, al tiempo que una de esas mujeres, de mayor edad que las otras dos, se mantenía sentada en una cama de sabanas blancas, o grises, o azules tal vez, eso si que no lo recuerdo con tanta claridad. Recuerdo cuadros colgados en las paredes salmón y un arco a la derecha de ellas, que parecía ser una puerta. Recuerdo también cuando desperté del sueño y me dije con total frivolidad que había sido un sueño ‘muy pinche’, con ‘viejas que yo ni conozco’, y en un lugar ‘sepa la chingada donde’. Si, bueno, así pasó sinceramente.
Hace dos semanas (bueno, quizás tres) por cuestiones incuestionables fui a dar a cierto parque ubicado en cierto metro por ahí por Centro Médico-Hospital General, donde vive una amiga; tuve que acompañarle a su casa por que la madre de ella se pone punk con esos asuntos de los horarios y la confianza con su hija. Bueno, ahí estaba yo, en casa de mi amiga, recargada en una pared esperando a que la señora terminara casual conversación con una vecina de enfrente. Quién me iba a explicar que diez minutos después yo comprendería que el cuarto color salmón era una de las habitaciones de la casa de mi amiga, la mujer sentada en la cama era su mamá, una de las mujeres jóvenes era la hermana de mi amiga, y Lesly, mi amiga, una de las tres mujeres que conversaban sobre cierto novio problemático, que es Iván. Y sobre cierto individuo que proponía otra relación, Gustavo. La puerta de la derecha era en realidad la entrada a la cocina de la casa y la luz que se colaba por una ventana era la ventana donde Lesly estaba de espaldas, manejando la situación.
Para mí, el destino sigue sin existir. Me consta y no necesito que lo crean, que yo soñé a Lesly, a su mamá y probablemente a su hermana (por que haberla soñado a ella no estoy muy segura), que vi en mi sueño una habitación de su casa y un lapso de dos minutos de la conversación que se daría posteriormente; con dos años de antelación y sin que tuviera ninguna relevancia hasta ese momento en que mi casete se reviró paranoicamente y yo tuve que guardar silencio por unos 30 segundos hasta que Lesly me sacó de mi letargo mental en parte por la sorpresa que me llevé, en parte por la exactitud de la situación.
Pues por eso creo que es obvio y hasta necesario que reconsidere si el destino es destino como se concibe popularmente. Y optando por preguntas más que trilladas y bien sabidas ya, comienzo con ¿era parte de mi –destino- conocer a Lesly? ¿Me avisaron, con tiempo, que iba a conocerla? ¿Soñé un pasaje del futuro?. Me responderé a mí misma: sí y no. O tal vez si, tal vez no. Como yo soy muy necia y mi necedad ancestral no me deja optar por aquello que definitivamente no me convence, sigo sin creer en el Sr. Destino. Yo prefiero creer que de los aleatorios cinco millones ochocientos noventa y tres mil seiscientos sesenta y seis sueños que podamos tener en la vida, unos cuantos son pasado. Otros tantos presente y algunos de ellos, futuro. (y muchos de ellos sin duda y sin excluir del plató a la ciencia, nuestras proyecciones psicológicas/patológicas/ontologicas), retomando los sueños futuristas, no me refiero a un futuro-contrato-firmado, si no más bien futuro-probable. Me explico, que aquellos que no comprendemos por no tener aplicación lógica a nuestra realidad cotidiana podrán ser hechos del futuro, destino si quieren. Pero más bien, futuro secuencial a las decisiones que tomemos. Y las cosas pasaran como se supone que deban pasar. Lo que soñemos, lo que tiempo después seamos capaces de darnos cuenta que fuimos preparados para vivirlo, nos dejarán en confusión, en shock, en stand by, en busca de respuestas. Respuestas que a su tiempo espero nos serán dadas, o que no lo serán por la sencilla razón de que no debemos saberlas.
Después de eso he comenzado a tener sueños curiosos. He soñado 4 veces desde entonces que mantengo peleas estúpidas e irrealizables con una ex amiga, una profesora, una compañera de clase y un profesor, si no mal recuerdo (curiosidad: la semana pasada tuve una situación tensa con el profesor de biología por su impuntualidad). La evidente conexión entre ello es que yo me peleo (en sueños recurrentes) con medio mundo. En uno de ellos, al salir del edificio escolar me encuentro con la muerte accidental de un profesor que de hecho da clases de deportes en el turno vespertino (eso todavía me perturba cuando lo recuerdo). Y el jueves tuve dos sueños uno después del otro. En el primero apareció Ángel, lo cual es digno de comentar por que ya he dejado en claro en entradas antiguas lo extraño, difícil y relevante que es soñar con él, y lo que siempre ocurre en esos escasos (que como mucho serán 5 o 6 desde que lo conozco) sueños, donde solo lo escucho, o solo veo una parte de él sin hablarle, o solo se habla de él, o incluso en uno, donde sólo lo veo marcharse. A pesar de la continuidad enfermiza de su tema aquí, o de que yo no esté un día sin pensarlo, nunca sueño con él. La última vez que sucedió, antes del sueño del jueves, fue hace aproximadamente unos 6-8 meses y yo trataba de alcanzarlo, pero se perdía de mí en el metro. Ahora lo vi completo, vestido de blanco, de frente, molesto y hablándome directamente a mí, estático en una sola posición, de pie sobre unas escaleras y reclamándome algo. Y será todo lo que cuente. El siguiente fue distinto, en CU, con Lesly y su novio involucrados, y cierto personaje llamado Enrique, (mejor ubicado como el último sujeto con el que mantuve una cita mas o menos romántica), situación que yo ubique una vez despierta como al cierre de mi ciclo de bachillerato, el cual será en 6 meses aproximadamente.
Para darle una conclusión a ésta catarsis, que no espero que más de 2 lean de principio a fin, ayer ocurrió el hecho relevante, que no me ocurrió a mí pero yo guardo el rol de depositaria de la caja de Pandora que encierra un secreto bien intenso, que no va a saberse, de eso estoy segura. Pero las consecuencias de lo ocurrido éste viernes torcerá un poco la realidad de más de dos.
Creo en los (mis) sueños como una televisión que encendemos inconscientemente cuando dormimos y nos muestra lo que quiere que veamos, y lo que tenemos que ver por que lo veremos, si así debe de ser, tarde o temprano. Creo en muchas cosas que tomaría otros cien saltos de pagina explicar y que probablemente me harían ver como una hippie esotérica y pacheca indigna de estudiar ciencias medicas (eso va a ser otro tema a retomar en catarsis venideras) o igual y no. Pero todos tenemos formas de auto consolarnos cuando no encontramos las respuestas, cuando nos perturba la (i) realidad, cuando nos declaramos incompetentes a comprenderlo todo. Como yo, así consuelo mis confusiones y aquello que no me explico. Que me dirán que no es la primera vez que pasa y que a todos han vivido cosas así, que soñaron a su vecino y que no tiene nada de nuevo ni de curioso y que es un tema por demás debatido desde la comadre hasta los más altos exponentes de la metafísica y el espiritismo y repetido hasta el cansancio en los ensayos e investigaciones de equis universidades harto importantes de Norte América y Reino Unido.
Equis. Me pasó a mí y sucede que no lo puedo superar y por eso se los cuento a mi manera, que es como me sale mejor y como espero sopesarlo.
Amén.